
Un día, el joven hijo del Lonco de un del lof y la hija del Lonco de la otra comunidad se enamoraron perdidamente.
Sin embargo, dado el intenso rencor que existía entre las familias, no podían mostrar lo que ellos sentían.
Se veían a escondidas, siempre con el miedo a ser descubiertos, pero el amor era tan grande, que no podían parar de verse, entonces, cierta tarde tomaron la decidieron de irse lejos, muy lejos, donde nadie los pudiese encontrar.
Resulta que la oscura noche en que se alejaban de ese lugar, la machi (autoridad religiosa), estaba junto al rahue (lugar sagrado)… y de repente, de la nada, el tétrico graznido del pun triuque (chimango de la noche) rompió el profundo silencio del lugar. .
La machi se estremeció, pues sabía que ese era un grito de mal presagio, malos, malos augurios.
Entonces miró a su alrededor y escuchó un ruido sospechoso. Observando atentamente, vio a la querida hija del Longco que escapaba sigilosamente con el hijo del Longco enemigo.
En ese momento la machi se dio cuenta que ese era el peligroso suceso anunciado por el ave agorero.
La machi creía que esa acción merecía ser castigada, pero antes de comunicar al padre la fuga de su hija, consultó con el pillán (fuerza superior intangible): – ¿Debo o no dar aviso de rapto al padre de la niña?
Mai (si) contestó el Pillán.
La machi corrió a la Ruca (casa) del Longco y e inmediatamente le conto lo que sus ojos habían observado.
Enseguida se escuchó por segunda vez el alarmante grito del chimango de la noche.
El padre, muy enojado, ordenó la persecución y captura de los enamorados que pronto fueron apresados, juzgados y condenados a muerte.
Ambos jóvenes fueron atados a un poste.
Dicen, dicen, que ninguno sintió arrepentimiento, si tenían que morir mil veces por amarse, morirían mil veces entonces.
Fue en ese momento, que, mientras los enamorados se miraban a los ojos, con lanzas y machetes, se lanzaron contra ellos, dándoles muerte a ambos.
Cuentan, que a la mañana siguiente, los verdugos, quedaron asombrados al ver que en el lugar del suplicio de los jóvenes enamorados, ellos ya no estaban, ahí mismo, habían nacido unas flores de pétalos anaranjados nunca vistas.
¡Quiñilhue! – gritaron los primeros que la vieron, y con ese nombre, “quiñilhue” se conoce la flor que produce una enredadera que se abraza y trepa por los árboles, como se abrazaron aquellos dos jóvenes enamorados.
Avergonzados y arrepentidos, se empezó a respetar esa flor, la que recibe el nombre de Mutisia por los blancos.
Las almas de los jóvenes amparados por la nguenechen (dueño de los seres humanos) se unieron nuevamente en el huenu mapu. Ahi se amaron por siempre, mientras la delicada flor de pétalos anaranjados nos recuerda el imposible amor de estos jóvenes, tristemente terminado por el injusto, y dañino odio.
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