Cuenta una vieja historia, que hace varios siglos atrás, el señor
sol y el señor luna eran muy buenos amigos, tanto, que. ambos vestían siempre de
un precioso traje color amarillo dorado.
dicen que cierto día, el
señor sol pensó que a su cuerpo le faltaba brillo, y que, para brillar más,
necesitaba flechas las que pondría alrededor de su cuerpo, asi, con esas puntas
resplandecería como nunca antes.
Pero el no contaba con esas flechas, entonces se puso a pensar y
recordó a una tribu wichi que vivía en
los alrededores de un rio, una valiente tribu de cazadores que usaba frecuentemente
arcos y flechas para buscar alimento.
Decidido a obtener las flechas que necesitaba para resplandecer
en el cielo, ideó un plan para conseguirlas, sabía que Las mujeres del pueblo
siempre iban al río en busca de agua para beber, así que llegó allí, se
zambulló y se convirtió en un gordo pez dorado, su plan, era recibir las
flechas en su enorme cuerpo, y luego escapar con ellas.
Enseguida vinieron las mujeres y vieron al dorado grandote que
estaba
nadando allí, muy cerca de ellas, sacaron agua en silencio, no querían meter ruido para no espantar a ese delicioso pez, y luego regresaron rápido para avisar a los varones lo que habían visto en el río.
nadando allí, muy cerca de ellas, sacaron agua en silencio, no querían meter ruido para no espantar a ese delicioso pez, y luego regresaron rápido para avisar a los varones lo que habían visto en el río.
Al escuchar lo que le contaron las mujeres, los hombres tomaron
sus arcos y flechas, y salieron rápidamente en dirección al rio.
Cuando llegaron ¡todavía
estaba el gran pez dorado! Contentos decían: -“¡Qué suerte que tenemos! ¡Allí
está todavía!” y le empezaron uno tras otro a lanzar flechazos.
Cada vez que el pez recibía una flecha en su cuerpo, se movía un poco, si lograba aun moverse con facilidad, aguantaba la siguiente flecha y volvía a moverse, el momento en que sintió que tenia demasiadas flechas en su cuerpo y ya no podía nadar con destreza, se fue a la parte más profunda del rio, llevándose muchas, muchas flechas.
estaba el gran pez dorado! Contentos decían: -“¡Qué suerte que tenemos! ¡Allí
está todavía!” y le empezaron uno tras otro a lanzar flechazos.
Cada vez que el pez recibía una flecha en su cuerpo, se movía un poco, si lograba aun moverse con facilidad, aguantaba la siguiente flecha y volvía a moverse, el momento en que sintió que tenia demasiadas flechas en su cuerpo y ya no podía nadar con destreza, se fue a la parte más profunda del rio, llevándose muchas, muchas flechas.
Los hombres
quedaron parados mirando cómo se llevaba sus flechas. De esta manera el señor
sol consiguió las flechas que tanto le hacían falta.
quedaron parados mirando cómo se llevaba sus flechas. De esta manera el señor
sol consiguió las flechas que tanto le hacían falta.
Mientras las colocaba en u cuerpo, aparecio su amigo el señor
luna, y al ver como el sol aumentaba su resplandor con as flechas, le preguntó:
: -¿Cómo hiciste para conseguir
las?”.
las?”.
El sol le respondió: “Tuve que convertirme en un pez grande en
el río
donde las mujeres de los cazadores siempre sacan agua, allí me tiraron flechazos.
Aguanté hasta que conseguí las flechas que necesitaba y luego me escapé”
donde las mujeres de los cazadores siempre sacan agua, allí me tiraron flechazos.
Aguanté hasta que conseguí las flechas que necesitaba y luego me escapé”
El señor luna, al escuchar lo que dijo su amigo, quiso hacer lo mismo, porque
él también quería brillar como su el sol .
Decidió entonces, convertirse
en pez.
eso si, Su amigo el señor sol le dio un consejo: -“No permitas que te tiren muchas flechas,
después de cada flechazo tienes que moverte un poco y probar si es que vas a
poder escapar rápido…”
Entonces el señor luna se fue al río y se convirtió en un dorado grande. Al rato
vinieron las mujeres a buscar agua y vieron que estaba el enorme pez otra vez.
Por eso volvieron rápido para avisar que el pez estaba allí nuevamente. Los hombres, con sus
arcos y flechas, partieron hacia el río, y empezaron a tirarle flechazos.
Pero el señor luna no cumplió con el consejo que su amigo sol le había dado y cuando tuvo
muchas flechas y quiso escapar, ya no podía moverse.
Entonces los cazadores lo agarraron y lo llevaron para comerlo.
Su amigo sol lo estaba esperando en el cielo. Estaba muy preocupado.
Cuando pasó el mediodía se dio cuenta que algo había pasado.
Esa misma noche, se convirtió en un perro para seguir su olor y
poder encontrarlo. Así fue que llegó
hasta el pueblo donde lo habían llevado.
Allí vio mucha gente que comía y dejaba los huesos tirados por todas partes.
El señor sol los amontonó y cuando los tuvo a todos, los arrojó para el cielo.
Allí vio mucha gente que comía y dejaba los huesos tirados por todas partes.
El señor sol los amontonó y cuando los tuvo a todos, los arrojó para el cielo.
Es por eso que hoy la luna está arriba, y es del mismo color que
los huesos del pez.
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