Dicen que hace muchos soles atrás, el pájaro carpintero no lucia en su cresta los llamativos colores con los que suele deslumbrarnos hoy en día… más bien, este pajarillo era completamente negro, negro como la noche sin estrellas, negro como una profunda y tétrica cueva, solo el brillo de sus ojos parecía querer escaparse de tan oscuro plumaje.
El tucán, por el contrario, solía lucir en su cabeza hermosos colores que parecían dar aun mas vida a los bosques y selvas que habita.
Y bueno, resulta que ,cuentan que cierto día se encontraba el pájaro carpintero picoteando intensamente un hueco en lo alto de un árbol.
Picoteaba y picoteaba con mucha prisa, pues, quería poner un huevo en un lugar seguro, y en los altos de los árboles, evitaría a las serpientes y cualquier otro animal que pudiese robarle su preciado huevo.
Con su fuerte pico golpeaba una y otra vez. toc, toc, toc.
El sonido parecía retumbar por toda la selva, fuerte, tan fuerte toc toc toc, que el tucán lo escuchó, y curioso, abrió sus alas y comenzó a volar buscando el origen de aquel incesante golpeteo.
Cuando encontró al efusivo pájaro carpintero golpeando con su pico el tronco del árbol, se posó a su lado, mostrando su bellísimo y colorido plumaje.
Lo miraba con curiosidad…. Se posaba de un lado… de otro… arriba ya abajo tratando de saber que mantenía tan concentrada a ese pequeña y oscura ave.
Hasta que no pudo más de la curiosidad… y le habló:
- ¡Hola! ¿Qué haces? ¿Por qué golpeas y golpeas ese tronco? ¿acaso estas
molesto con este árbol?
El pájaro carpintero detuvo su labor por un instante, lo miró un poco sorprendido, pues no sabía que tenía al gran tucán a su lado, y le respondió:
- Ehh… yo…. Bueno…. Ehhh….. yo…. Estoy haciendo un nido… - le replicó aun un poco confundido.
- ¿Acaso eres el pájaro carpintero? ¿el que dicen es el mejor constructor de nidos de toda la selva?
- Pues… eso dicen- le contestó humildemente.
Se dio la media vuelta, y continúo picoteando insistentemente el tronco del árbol, dando así por finalizada la conversación.
El tucán, que hasta ese momento ponía sus huevos en cualquier lugar, como en los bordes de los ríos o en medio de las plantas, tuvo una brillante idea.
- Carpintero – le volvió a hablar- me gustaría tener un hogar como el que estas haciendo en donde poner mis huevos y por fin vivir tranquilo… me gustaría tanto… ¿me haces uno?
El pájaro carpintero siempre había admirado el hermoso plumaje del tucán, así que, sin más rodeo le dijo:
- Si tu me regalas las plumas de tu cabeza, esas hermosas plumas de colores, yo a cambio te regalaré mi casa para poner tus huevos y criar a tus hijos. ¿Te parece bien?
- Me parece perfecto, le respondió ansioso el tucán.
Desde aquel día los dos pájaros se hicieron muy buenos amigos, los tucanes ponen sus nidos en los agujeros de los troncos de los árboles, y los pájaros carpinteros siguen golpeando y picoteando troncos, ahora más orgullosos que antes, pues felices están, de mostrar al mundo, su preciosa, vistosa, y colorida cresta.
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Puedes encontrar esta historia en formato de video haciendo clic en el siguiente enlace, (serás redirigido a Youtube) : La leyenda del pájaro carpintero y el tucán
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