Ella era Una pequeña normal, que gustaba de jugar con sus amigos y colaborar en los quehaceres de la ruca.
Y bueno, resulta que cerca, muy Cerca de su hogar, un brillante lago parecía bendecir e iluminar el entorno y la vida de aquella niña.
Los paisajes que regalaba este lago, eran únicos, y es por ello, que muchacha siempre, voluntariosa y alegre se ofrecía cada tarde para recolectar agua.
Llenaba los cantaros, y se quedaba horas y horas, mirando su reflejo en aquellas tranquillas aguas, peinaba su fuerte cabello disfrutando la magia de aquel entorno.
Huala , la pequeña huala, jamás se imaginó que por debajo de aquel reflejo, los ojos del maligno “Cuero” la observaban sigilosos,
Esos ojos veían cómo, día tras día, la niña se convertía en una hermosa mujercita y, fue así, como el cuero, poco a poco, año tras año, se fue enamorando profundamente de la joven.
Hasta que, dicen, cuentan, que Cierto día, mientras Huala llenaba su cántaro en el lago, un helado viento corrió por su cuello, las aguas se agitaron como nunca las había visto, entonces, el Cuero, el horrible cuero, emergió bruscamente desde aquellas profundas aguas, se extendió de par en par y rápidamente envolvió a la joven, la que únicamente alcanzó a emitir unos ahogados y angustiosos gritos.
Sus padres y amigos escucharon sus lamentos, y rápidamente acudieron en su ayuda, pero ya nada se podía hacer, la joven huala, había desaparecido para siempre, pues, el cuero jamás, jamás devuelve a sus presas.
Mientras pensaban y pensaban, y la pena y impotencia los consumía, la orilla de aquel lago, insolentemente se llenó de peces, ese era el precio que el maligno ser pagaba por llevarse a la joven mujer.
El Cuero arrastró a Huala hasta una gruta en las profundidades, y allí, al ver los despojos de animales, cuerpos disecados y cabezas humanas desperdigadas por todos lados, la joven, desesperada, se
desvaneció.
Cuando despertó, dicen que el Cuero se había transformado en un apuesto joven que le declaró su amor:
-Te prometo que si quieres ser mi esposa te trataré con cariño y dulzura.- le dijo
Huala, angustiada y llorando, le reclamó:
-Yo sólo quiero seguir viendo a mis padres, la ruca donde he nacido y a la gente de mi pueblo.
Era tal la tristeza que había en los ojos de la joven, que el Cuero aceptó su pedido pero con la condición de que nunca debería abandonar el lago. Fue así que transformó a la mujer en un ave parecido a un pato, pero con alas y patas más cortas, para que no pudiera volar ni alejarse de aquel lugar.
Desde entonces, Huala habita los lagos patagónicos en los que nada con gran agilidad y se sumerge hasta lo más profundo de las aguas.
Dicen que al ver a una persona, emite un grito angustioso, como cuando fue capturada por El Cuero… y se acerca a la orilla con la ilusión de que algún día se rompa el hechizo y vuelva por fin a ser libre.
Puedes encontrar esta historia en forma de video, en el siguiente link: (Serás redirigido a Youtube):
El origen del Huala, leyenda mapuche
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