Este hombre trabajaba desde muy temprano, mucho antes de que el sol se asomara, y hasta mucho
después que la luna comenzara a iluminar las noches, se sacrificaba para darle lo mejor a sus dos hijos.
Pero trabajaba tanto, tanto que cierto día aquel cansado hombre, simplemente murió.
Cuando se enteraron de la noticia, sus dos hijos, los que jamás ayudaron al viejo en sus labores, se pusieron un poco tristes, pero al ver la cuantiosa herencia que tenían en sus manos, esa tristeza rápidamente se convirtió en felicidad.
Conozco a mucha gente que con esa cantidad de dinero y bienes, hubiese vivido muy bien por muchos, muchos años.
Pero no estos dos flojonazos… no, ellos eran amantes de las fiestas, las apuestas y la holgazanería.
Ambos comenzaron a malgastar todo aquello por lo que su padre trabajó tantos y tantos años.
Así, para la gente que los conocía, no fue extraño verlos a los pocos días apostando los últimos centavos que les quedaban, y como todo el resto del dinero, aquellos centavos también los perdieron.
Al no soportar vivir de esa forma, y al notar que todo el mundo los maldecía por holgazanes y malagradecidos huyeron avergonzados de la gente y se ocultaron en los campos maldiciendo sus vidas.
Se ocultaron por muchos, muchos días mientras lloraban y maldecían, maldecían y lloraban, hasta que de pronto se convirtieron en teros, unos pájaros, unas aves que huyen constantemente de las personas.
Si tú tienes la suerte de ver a un tero por ahí, notarás que aun llevan la misma corbata y camisa.
Dicen que de tanto llorar, sus ojos se tornaron rojos, y así se quedaran por el resto de sus días como castigo por haber sido tan desconsiderados y holgazanes.
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Puedes encontrar esta historia en formato de audiocuento en el siguiente link: (serás redirigido a Youtube) : Video El origen del tero, leyenda argentina
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